Lidia Poët: La primera abogada italiana

Si la propia justicia niega a una mujer lo que naturalmente concede a los hombres, ¿Cómo podemos llamarla justicia?

-Lidia Poët

 

En el mes de febrero, Netflix estrenó la serie de época llamada “La ley de Lidia Poët” (de momento con 6 episodios), un drama basado en la historia de Lidia Poët, quien fue pionera feminista y la primera abogada italiana. Así, este artículo, relata un poco de la vida de esta abogada, así como de algunos casos a su cargo —abarcados en dicha serie.

La serie retrata la cultura patriarcal y machista de finales del siglo XIX que, por miles de años, ha tratado a las mujeres como una categoría inferior, la cual sigue sumamente arraigada en la sociedad del siglo XXI. Si bien existen algunos cambios logrados por grandes impulsoras y defensoras del feminismo, precisamente como Lidia Poët, Olympe de Gouges, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Emmeline Pankhurst o Simone de Beauvoir —todas pioneras y referentes del feminismo europeo—, aún hay mucho por hacer para lograr una verdadera igualdad entre mujeres y hombres; particularmente, en ciertos campos como el profesional. A saber, cada vez es más común escuchar o conocer de mujeres que ocupan cargos directivos dentro de grandes compañías. Sin embargo, ese rompimiento de techos de cristal aún es una limitación para muchas mujeres en su intento por seguir avanzando en distintos campos.

 

Lidia Poët, con la aspiración de convertirse en abogada —al igual que su hermano¾, tras ser matriculada por la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín fue apartada de los tribunales por ser mujer, por lo que se declaró nula su inscripción al Colegio de Abogados de la misma ciudad. Puesto que, para la Corte constitucional italiana, la abogacía era un oficio en el que las mujeres no debían inmiscuirse, ya que sería indecoroso y, más aún, brutal que estas interfirieran en discusiones más allá de los límites que le convenía observar al mal llamado “sexo débil”. Sin embargo, esto no impidió que la ambiciosa joven luchara por su derecho a ejercer su profesión y buscar justicia para sus clientes. Junto a ella, en su lucha, están su hermano, Enrico Poët (abogado de profesión), y el reportero Jacopo (cuñado del primero), quien posteriormente se convertirá en su pareja y colaborador en varios casos. Ante la decisión de la Corte de apartarla de los tribunales, planteó las siguientes preguntas: ¿Las mujeres no debían ser llamadas a desempeñar funciones que los estándares de género de la época las consideraban no eran aptas? Recordemos que nos encontramos en una época en la que las mujeres seguían teniendo prohibido participar en la mayoría de las profesiones, pero Lidia estaba dispuesta a tener su lucha quijotesca contra sus molinos de viento.

 

Así comienza este drama de época, situándonos en Turín, un 3 de noviembre de 1883, con una puesta en escena de ballet y una chica (primera bailarina), a quien encuentran sin vida dentro de un arcón. Este mismo sería el primer caso en el que Lidia Poët es contratada por la madre del detenido, un joven llamado Pietro, quien al ser visitado en la cárcel duda de Lidia, preguntándole si es abogada. Simultáneamente, tras recibir la carta en la cual la Corte declara nula su inscripción al Colegio de Abogados, Lidia no solo tiene la intención de apelar dicha decisión, sino que recurre a su hermano Enrico, a quien le hace saber que, si bien han cancelado su inscripción en la Barra, no quiere perder la defensa de Pietro, a quien le espera la pena de muerte. Entonces, Lidia le pide a su hermano que él únicamente debata en la Corte, con ella como su asistente.

Tras lograr la liberación del acusado, Lidia comienza a involucrarse en diversos casos, por ejemplo, el de la familia De Santis. Estos últimos eran dueños de una chocolatería, lastimosamente, tras encontrar sin vida a la esposa del dueño, Elena de Santis, inculpan a una extrabajadora, de quien Elena estaba enamorada. De esta forma, Lidia se hace pasar por periodista y, con el apoyo de Jacopo, su investigación la conduce al hijo del señor De Santis, de quien sospecha, es el asesino. Una vez concluido el caso, los hermanos Poët son citados por la fiscalía: nunca más se le permitiría a Enrico delegar, ni a Lidia poner un pie en un tribunal en ninguna capacidad.

 

Ser un defensor era especialmente complicado durante este periodo, pues las técnicas forenses modernas, como la búsqueda de huellas dactilares y las pruebas de detección de mentiras, aún no eran aceptadas del todo como métodos de investigación a finales del siglo XIX. Con todo y sin tener muchas herramientas a su disposición, una mujer muy decidida llamada Lidia Poët ¾en un papel de “detective” que captaba hasta el más mínimo detalle¾, si bien no pudo ejercer plenamente su profesión, sí colaboró como asistente de su hermano Enrico. Este último prestaba su voz a las estrategias de Lidia ante el Juez para lograr la liberación de las personas encarceladas injustamente, resolviendo así los casos más complejos de Turín.

Lidia Poët fue, sin duda, una mujer inteligente, fuerte ante las adversidades, con carácter y decisión de hacer y lograr cambios. Finalmente, hasta pasados los 60 años, Lidia recuperó su licencia para ejercer la abogacía.

Digamos que, cuando todos creen que es culpable, yo siempre lo dudo.

-Lidia Poët

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